lunes, 3 de marzo de 2014

Adriá, el último gran mago

Para Ferrán Adriá, el genio de genios de este nuevo siglo, la cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, creatividad, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación...es un conjunto de sensaciones, percepciones y emociones que reflejan nuestra forma de ser, de concebir el mundo o de expresar nuestro interior. sin embargo, estos movimientos inquietos de nuestro espíritu apenas guardan relación con nuestro mundo consciente, el de la visión, el del tacto o el del gusto. nuestra percepción se encuentra, la mayoría de las veces, perjudicada o contaminada, por el entorno caótico, por la división de opinión, por la cultura aprendida o la invasión social, solapada por la falta de comunicación entre nuestro ser consciente y la caverna interna de nuestra alma que nos impide abrir nuevas puertas y que, sin embargo, apenas necesita un pequeño empujón para abrirse. Este pequeño genio catalán, alquimista del alma, es el resorte que ha venido a abrirnos por fin la visión de un nuevo mundo de esencias, un complejo mundo de sensaciones que está en nosotros mismos. Al igual que el protagonista de "El Perfume", su sensibilidad olfativa y su trabajada catalogación de productos utilizados en cocina alimentaron su idea de encontrar la fórmula perfecta que le hiciese merecedor del afecto y el reconocimiento de cualquiera de los mortales. Desde las cavernas de El Bulli, su destino fue vivir y ser parte de ese oscuro mundo que portamos dentro la mayoría de nosotros pero en las cuales, encontró con sumo placer un camino ascético de iluminación que le encumbró al Olimpo de los dioses de la cocina y al mismo tiempo, ser uno de los personajes más influyentes de nuestro tiempo. No sólo consiguió arrancar el alma y el corazón de los escépticos, sino que hizo que la armonía, la creatividad, la felicidad, la belleza, la poesía, la complejidad, la magia, el humor o la provocación, formase parte de nuestro lenguaje físico y anímico y quedase grabado en la memoria colectiva de generaciones completas. al contrario que Jean Baptiste Grenouille, se trata de un ser con alma, corazón y amor, por encima de temores y remordimientos del pasado, que nunca se ha arrepentido de vivir cerca de los mortales porque con ello les ha dado la libertad de experimentar en paz, recordándoles que, al igual que él, son seres desdichados y débiles, llevados por emociones colectivas que les hace perder el control y el sentido. En su intento de atrapar la esencia de los alimentos, se ha dejado bañar en todos ellos para expresar con orgullo y satisfacción de que por fin, el humano de hoy y el de mañana puede vivir con plenitud la gastronomía y con ello, exaltar su existencia, por encima de demás seres vivos, pero al mismo tiempo, hacerle ver y hacerle consciente de su lugar en el mundo para que esta visión se desarrolle de forma utilitaria y consigamos hacer, no solo buena comida, sino también la mejora del equilibrio natural y social de nuestro planeta a través de una sostenibilidad seria y responsable.